Una de las cuestiones más debatidas dentro del periodismo es la pertinencia de publicar imágenes explícitas del horror cotidiano. Nos referimos a la publicación de fotos de víctimas del terrorismo o de la violencia machista. Algunos consideran que la exhibición del horror puede incitar a la imitación; otros, en cambio, piensan que sirve como reactivo para suscitar la compasión o la empatía con cualquier víctima, siempre y cuando, claro, que no se banalice el mal convirtiéndolo en un espectáculo o en algo estético (pensamos en las imágenes de las Torres gemelas desmoronándose).
En este contexto es en el que cabe valorar el cortometraje documental que ganó el Óscar este año dentro de su categoría. Se titula Saving face y está dirigida por Daniel Junge y Sharmeen Obaid Chinoy. El corto cuenta el drama de las mujeres pakistaníes con rostros deformes por la agresión de sus maridos con ácido. Todas estas historias giran en torno a la figura del cirujano, que vuelve a su país para intentar ayudar a estas mujeres.
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